El amor es una persona…
Juan 1: 14 “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Él no tenía un aspecto atractivo. Podría caminar por esta calle, y ninguno de nosotros quizá lo miraría. De hecho, tal vez muchos lo evitarían. Ustedes pensarían que Él no podría ser uno de ustedes.
Pero nunca conocerías a un hombre más apacible que Él. Podía hacer callar la boca de sus enemigos sin siquiera levantar la voz. No se abría paso a la fuerza; nunca atrajo la atención hacia su propia persona; y no aparentaba aceptar aquellas cosas que lastimaban a su alma. Era autentico, hasta lo más profundo de su ser.
Y en lo más íntimo de su ser había amor.¡Wow! ¡Como amaba! Nosotros ni siquiera sabíamos lo que es el amor, hasta que lo vimos. Amaba a todos, aun aquellos que lo odiaban, a quienes no les darían la más mínima cortesía. Seguía preocupado por ellos, esperando que de alguna manera aun ellos pudiesen ver más allá de sus almas lastimadas y llegaran a reconocer quién caminaba entre ellos.
Y con todo este amor, era completamente honesto. Aun cuando sus acciones o palabras traían a la luz los motivos más oscuros de la gente, ellos no se sentían avergonzados. Se sentían seguros a su lado. Sus palabras no indicaban que los estaba juzgando, simplemente los invitaba venir a Dios y ser liberados por Él. No hay nadie más a quien tú le confiarías tus secretos más profundos. Si alguien te fuese a sorprender en tus peores momentos, tú desearías que fuera Él.
No perdía tiempo burlándose de otros, ni de sus ataduras religiosas. Si tenía algo que decirles, lo decía y seguía adelante; y en ese momento sabías que habías sido amado más que cualquier otro momento de tu vida. Tampoco estoy hablando de un sentimentalismo barato. Amaba de verdad. No importaba si fueras un fariseo o una prostituta, un discípulo o un ciego pidiendo limosna por la calle, un judío, un samaritano o un pecador. Su amor era para todos los que lo aceptaban; y la mayoría, al verlo, lo hacían.
Al final de su vida física entre nosotros, muy pocos realmente le siguieron, muy pocos pudieron saborear en su encuentro con Él, el más grande amor, algo que nunca podrían negar en los breves momentos que Él había pasado por sus vidas.
Sí, también te ama a ti. Y cuando estaba colgado en aquella cruz sucia este amor seguía fluyendo al igual sobre los burladores y sobre sus amigos desilusionados. Cuando se acercó a la oscuridad de la muerte, agotado por las torturas y sintiéndose separado del Padre, no hubo momento más sublime en el mundo. Su vida fue dada para ti. No era algún loco. Él era el Hijo de Dios, derramado hasta lo último, para abrirte el acceso libre a su Padre.
Si yo fuera tú, no perdería tanto tiempo criticando asuntos de religión, yo trataría descubrir cuánto realmente te ama. Podría ser más real para ti que tu mejor amigo, te lo aseguro. Te cambiaría desde adentro, y conocerías la verdadera libertad y el verdadero gozo.